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Especial postureo: Cómo parecer foodie sin saber distinguir un tartar de un steak
- Julián Acebes
- 11 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 22 jul
En los tiempos que corren, ser foodie ya no es cuestión de paladar, sino de pose. No hace falta haber probado un wagyu en Kobe ni saber si el tartar lleva alcaparras o lágrimas de unicornio. Lo importante es parecer que sabes. Porque, como dice el refrán moderno: "si no lo subes a Instagram, ¿realmente te lo comiste?".
Aquí te dejamos una guía completa para convertirte en un gourmet de postureo sin despeinarte. Frases para sonar experto, fotos que den hambre (o envidia), apps que hacen el trabajo por ti y hashtags que gritan estrella Michelin, aunque tú solo estés en la terraza del bar de abajo.
Vocabulario: frases que venden humo (del bueno)
Domina estas expresiones y parecerás salido de una cata de alta gastronomía. No digas "qué rico está". Di:
"Una locura este bocado de umami con final cítrico que equilibra brutal".
"Se nota la trazabilidad del producto".
"La grasa te acaricia el paladar".
"El crudo está tratado con mucho respeto".
"Este plato tiene una narrativa muy honesta".
Aunque estés comiendo unas croquetas, hazlo con solemnidad. Usa palabras como fermentado, madurado en seco, deconstrucción o kilómetro cero, aunque no sepas exactamente qué significan. Son como el perejil del discurso foodie: decoran sin aportar mucho, pero siempre quedan bien.
Fotografía ante todo
Antes de probar bocado, tu plato necesita una sesión de fotos. La comida entra por los ojos y por los likes.
Luz natural: olvida el flash del móvil. Si no hay ventana, pide mesa fuera.
Ángulo correcto: el plano cenital (desde arriba) nunca falla para platos. Para copas o postres, usa el ángulo tres cuartos con desenfoque.
Accesorios: servilletas rústicas, copas de cristal tallado, manos con anillos o uñas cuidadas. Todo suma al efecto "he venido a disfrutar, pero sobre todo a impresionar".
¿Extra tip? Cierra los ojos mientras masticas, haz un gesto de asombro y di "buah".
Hashtags infalibles
No importa si el plato es de Estrella Michelin o del chino de la esquina. Estos hashtags convierten cualquier bocado en alta cocina digital:
¿Demasiados hashtags? No existe tal cosa si buscas el engagement perfecto.
Apps para fingir nivel experto
Tener criterio es importante. Fingirlo, más aún. Aquí unas apps que te convertirán en un foodie ilustrado sin esfuerzo:
Vivino: escanea el vino y repite lo que diga. "Notas a frutos rojos, buena estructura, tanino domado". Hazlo aunque te sepa a uva de cartón.
Too Good To Go: para parecer eco, ético y zero waste, aunque te hayas comido una hamburguesa triple hace 10 minutos.
TheFork: reserva en sitios con nombres impronunciables. Luego di que "el menú degustación sorprendió, pero lo encontraste algo predecible".
Canva: stories editadas con tipografías chic, fondos difuminados y frases como "Redescubriendo el origen del sabor".
Nombres que impresionan
Cuando hables de tus restaurantes favoritos, nombra lugares con mística. Ejemplo:
"Lo de Dabiz Muñoz es otro nivel, pero últimamente me está flipando más la línea vegetal de Rodrigo de la Calle".
¿No los has pisado? Da igual. Nadie te lo va a discutir. Y si lo hacen, pon cara de decepción y di que "antes molaban más".
Nunca digas...
"¿Esto es carne cruda?"
"A mí me gusta más el McDonald’s".
"¿Esto lleva cebolla?"
"Pónmelo poco hecho, pero que no sangre".
Mostrar ignorancia anula el hechizo. Recuerda: puedes no saber, pero nunca lo demuestres.
Y lo más importante: actitud
Camina con seguridad, huele antes de probar, asiente con la cabeza y haz pausas dramáticas mientras comes. Da igual si es una ensaladilla rusa: el gesto vende conocimiento. Habla como si cada plato te revelara una verdad existencial.
Porque en el fondo, el postureo foodie no va del estómago, sino del ego. Y si puedes convertir una tapa de morcilla en una "reinterpretación castiza con alma líquida", ya lo tienes todo ganado.
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