Con un enfoque pionero en la viticultura biodinámica y una profunda conexión con la historia de la tierra, Cruz de Alba se alza como una bodega imprescindible en la prestigiosa Ribera del Duero. Situada cerca del pintoresco pueblo de Padilla de Duero, esta finca no solo es testimonio de tradición y excelencia, sino también de una filosofía que reivindica el equilibrio y los valores del lugar.
El viñedo de Cruz de Alba se extiende sobre 40 hectáreas, distribuidas en 18 parcelas cuidadosamente trabajadas. Esta diversidad de parcelas permite una viticultura diferenciada que, año tras año, da como resultado vinos con matices únicos. La finca, situada a 750 metros de altitud, está rodeada de pequeños bosques de pino que enmarcan el paisaje del altiplano continental.
Pero más allá de las uvas, esta tierra alberga una riqueza histórica fascinante. A apenas un kilómetro de los viñedos, se encuentra el yacimiento de Pintia, una antigua ciudad vaccea fundada hace más de 2.400 años. Los restos de esta civilización prerromana, que se dedicaba al cultivo, la ganadería y posiblemente la viña, permanecen ocultos bajo el paisaje actual, conectando pasado y presente en cada sorbo de sus vinos.
La Ribera del Duero es conocida por sus condiciones climáticas extremas. Con inviernos fríos, veranos abrasadores y una amplitud térmica marcada, el clima exige resiliencia tanto de las cepas como de quienes las trabajan. Sin embargo, este ambiente también otorga uvas de calidad excepcional, gracias a un entorno puro y sano.
Los suelos de Cruz de Alba son mayoritariamente arenosos, con textura franca, una composición que aporta finura y definición a los vinos. La singularidad del terroir se refleja especialmente en parcelas como Los Hoyales y la zona oriental de Fuentelún, donde la diversidad de los suelos permite crear vinos con una riqueza de matices incomparable.
La bodega Cruz de Alba no solo cultiva viñedos; también cultiva una filosofía. Desde 2008, adoptó la viticultura biodinámica, una práctica que considera la viña como un organismo vivo integrado en su entorno. Inspirándose en los ciclos naturales y los ritmos cósmicos, se busca estimular la relación entre el suelo, las raíces y el cosmos.
Este enfoque incluye tratamientos específicos, como la siembra de cultivos complementarios entre las hileras de viñas y el uso de preparados naturales a base de plantas como la manzanilla o minerales como el sílice. La biodinámica no solo enriquece el suelo, sino que también potencia la salud de las vides, creando un escudo natural contra enfermedades y reduciendo la necesidad de productos químicos.
Cada botella de Cruz de Alba es un reflejo fiel de su terroir y de las condiciones de cada añada. A través de una elaboración minuciosa, que incluye la selección de levaduras autóctonas y la vinificación separada de cada parcela, la bodega logra plasmar la esencia de sus viñedos en vinos expresivos y vibrantes.
Cruz de Alba Crianza es un excelente ejemplo de esta filosofía. Este vino captura la diversidad de la finca, combinando la potencia de la tempranillo con un perfil fresco y equilibrado. Es fluido, estructurado y lleno de vida, el resultado del esfuerzo constante por entender y trabajar con la naturaleza.
En el caso de Cruz de Alba Fuentelún, la elegancia es la protagonista. Elaborado con uvas de una parcela de 35 años, este vino reserva destaca por su intensidad y complejidad. Sedoso y persistente, encarna la armonía entre la tradición y las prácticas culturales sostenibles.
Por otro lado, Finca Los Hoyales, proveniente de un viñedo plantado en 1958, es un homenaje a la historia y al tiempo. Este vino alado y vibrante ofrece una experiencia única, con una personalidad que refleja tanto la riqueza del suelo como el cuidado artesanal que recibe en bodega.
Finalmente, Cruz de Alba Roble representa la pureza del terruño. Con una crianza breve en barrica, este vino preserva los aromas primarios y la frescura de la tempranillo. Es ligero, equilibrado y con taninos suaves, ideal para quienes buscan un vino más accesible pero lleno de carácter.
Cruz de Alba es un ejemplo de cómo la viticultura puede ser sostenible y respetuosa sin renunciar a la calidad. Con un enfoque que combina tradición, innovación y una profunda conexión con la naturaleza, la bodega ha logrado crear vinos que no solo deleitan los sentidos, sino que también cuentan historias de equilibrio, pasión y respeto por el entorno.
Si aún no conoces esta joya de la Ribera del Duero, no esperes más para descubrirla. En cada botella, hallarás un testimonio de la vida que late en sus viñedos y un recordatorio de cómo el trabajo bien hecho puede trascender generaciones.
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