Pago Aylés: esencia de un territorio singular
- Roberto Buscapé
- 21 may
- 3 Min. de lectura

En el corazón de Aragón, entre barrancos, viñas ecológicas y un paisaje protegido por la Red Natura 2000, se alza Pago Aylés, el primer Vino de Pago de la región y uno de los primeros diez en toda España en obtener esta distinción. Pero más allá de la categoría legal, Aylés representa un concepto profundo: hacer vino con identidad, desde un terruño único y con una mirada sostenible.
La historia de este paraje es tan rica como el carácter de sus vinos. Se remonta al año 1120, cuando fue reconquistado por Alfonso I y, poco después, entregado a los monjes cistercienses. Ellos comenzaron a roturar y cultivar lo que con el tiempo se convertiría en una finca con tradición vitivinícola continua durante siglos. En el siglo XV, pasó a manos nobles como Blasco Fernández de Heredia, Justicia de Aragón.
Fue en los años 90 cuando la familia Ramón Reula recuperó y unificó los terrenos históricos de la Finca Aylés, creando un proyecto sólido que en 2010 culminó con la certificación de Vino de Pago. Hoy, con más de 3.000 hectáreas, de las cuales 90 están dedicadas al cultivo ecológico, Aylés representa una de las fincas privadas más grandes e importantes del norte de España.
El carácter del entorno es fundamental para entender los vinos de Aylés. Tierras calcáreas, suelos arcillosos y un microclima marcado por la altitud y el río Huerva dotan a sus vinos de frescura, intensidad y mineralidad. Desde 2020, la bodega cuenta con certificación ecológica, y su viñedo forma parte de una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA).
Este compromiso con la biodiversidad no es marketing: es filosofía. La viticultura sostenible, el respeto al entorno y el uso responsable de los recursos convierten cada botella en una expresión honesta de la tierra que la vio nacer.
Al frente del proyecto técnico se encuentra Jorge Navascués, uno de los enólogos más valorados del panorama nacional. Con más de dos décadas al frente de Aylés y trabajos de asesoría en bodegas de prestigio como Viñedos del Contino (CVNE), Navascués combina técnica, intuición y respeto absoluto por la uva.
Su enfoque se basa en la mínima intervención, fermentaciones naturales y crianzas que acompañan, pero no enmascaran. El resultado: vinos que hablan claro, con textura, frescura y personalidad.
Entre las etiquetas más reconocidas de la bodega destacan Cuesta del Herrero y Senda de Leñadores, dos tintos de parcela que reflejan la esencia del Pago. El primero ofrece un perfil directo, con fruta fresca, notas florales y especiadas, y un paso de boca equilibrado, elegante y frutal.
Senda de Leñadores, por su parte, es un vino más profundo y mineral. Aromas de cacao, pimientas, frutos rojos y una boca estructurada, con taninos redondos y una frescura notable, lo convierten en una apuesta segura para quienes buscan carácter sin renunciar a la elegancia.
El rosado L de Aylés, elaborado con Garnacha y Cabernet Sauvignon, sorprende por su intensidad aromática, su estructura y su equilibrio. Un rosado serio, gastronómico, ideal para platos complejos o momentos especiales.
La gama Unexpected representa el lado más creativo de la bodega. El Chardonnay brilla con aromas cítricos y florales, mientras que el Unexpected Garnacha Tinto, de textura sedosa y aromas de cereza ácida y cedro, es un vino que seduce desde el primer trago.
Cada cierto tiempo, cuando la añada lo merece, Aylés lanza su Pago 3, una edición limitada y muy exclusiva que representa la cúspide de su filosofía. Un vino complejo, profundo, elegante, que reúne la mineralidad del viñedo, la precisión enológica y la expresión del terruño sin concesiones. Una joya para coleccionistas y amantes del vino auténtico.
En Madrid, Pago Aylés cuenta con un embajador a la altura de su filosofía: ESDIVINO, un proyecto nacido del encuentro entre la experiencia del sumiller Damián García y la pasión de Raquel Anento. Más que una distribuidora, ESDIVINO actúa como un escaparate para vinos con alma, seleccionados cuidadosamente y presentados en un entorno cercano y sin artificios.
Desde su espacio en Aluche, acercan al público madrileño etiquetas que apuestan por la autenticidad. Por eso, Aylés forma parte de su porfolio en exclusiva para la capital, como símbolo de ese compromiso común por el vino bien hecho, honesto y con una historia detrás.
Gracias a proyectos como ESDIVINO, hoy es más fácil descorchar esa historia en Madrid. Y entender que, a veces, un solo trago basta para viajar a un territorio donde el vino nace mirando al cielo, pero con los pies firmemente en la tierra.
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