Dime de qué generación eres y te digo el vino que más te va a gustar
- Julián Acebes
- 06false25 GMT+0000 (Coordinated Universal Time)
- 7 Min. de lectura

"Dime de qué generación eres y te digo el vino que más te va a gustar". La frase parece sencilla, incluso un juego, pero esconde una pregunta más profunda: ¿Qué vino habla de ti? Porque así como cada generación tiene un lenguaje, un estilo y una mirada propia, también hay vinos que resuenan con ese pulso generacional.
En este artículo especial descubriremos cómo algunas botellas pueden ser mucho más que una copa: pueden convertirse en un reflejo de edad, de tiempo vivido, de valores compartidos y de expectativas futuras. Cada referencia que traemos se ajusta a un "yo" concreto, a una forma de vivir el vino que va más allá del aroma o del sabor.
Así que te invitamos a acompañarnos en este viaje generacional por el mundo del vino: cada botella es un puente entre lo vivido y lo por venir, entre quien eres ahora y quien quieres ser mañana. ¿Preparado para descubrir cuál es el vino que más va contigo?
Nº0 Sin Alcohol, de Paco & Lola
Cada época tiene su manera de disfrutar del vino. Los de antes lo asociaban al ritual y al brindis de celebración; los de ahora lo buscan también en lo cotidiano, en una comida ligera, una terraza o incluso sin necesidad de alcohol. En ese nuevo escenario, Paco & Lola Nº0 Sin Alcohol encarna a la perfección el espíritu de quienes disfrutan con libertad, sin renunciar al sabor ni a la experiencia.
La bodega galega Paco & Lola, reconocida por sus inconfundibles botellas de lunares y su actitud desenfadada, vuelve a sorprender con este lanzamiento: su primer albariño 0.0%, un vino que conserva la frescura y la esencia del Val do Salnés pero sin una gota de alcohol. Un paso valiente que confirma su vocación innovadora y su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos del vino.
Fundada en 2005 como cooperativa —hoy formada por más de 430 familias—, Paco & Lola se ha convertido en la bodega más grande de Galicia y en una de las más dinámicas de España. Su filosofía es clara: el vino debe evolucionar con las personas. Nº0 no es una moda, sino una nueva forma de brindar.
Elaborado con uvas 100% albariño y mediante destilación al vacío a baja temperatura, mantiene los aromas varietales. A la vista, muestra un tono amari lo pálido con reflejos acerados; en nariz, destacan las notas cítricas, florales y frutales; y en boca, una acidez viva y un ligero toque carbónico que aportan frescura y equilibrio.
Perfecto para acompañar mariscos, cocina asiática o propuestas vegetarianas, o incluso para atreverse con un mojito 0.0, este vino demuestra que el disfrute no entiende de generaciones, sino de momentos.
Porque con Paco & Lola Nº0, lo importante no es la edad ni la etiqueta, sino brindar —con o sin alcohol— por la vida, con frescura, con estilo… y con lunares.
Ademán Valdearanda Crianza, de Bodega y Viñedos Maires
Hay vinos que parecen hechos para quienes han aprendido a disfrutar sin prisa. Para esa generación que creció entre la tradición y la innovación, que busca autenticidad, pero también emoción. Ademán Valdearanda Crianza, de Bodega y Viñedos Maires, es exactamente eso: el vino de quienes saben que el verdadero placer está en el equilibrio.
Fundada en 2015 por Fernando y Pablo, dos primos unidos por la pasión y la herencia familiar, la bodega rinde homenaje a las raíces vitivinícolas de la D.O. Toro. Su apellido se convierte en sello de identidad: “Maires, vinos de familia”. Con 22 hectáreas repartidas por diferentes zonas de la denominación —algunas con viñas que superan el siglo de vida—, su trabajo se basa en una idea tan sencilla como poderosa: el tiempo y la tierra lo son todo.
En este contexto nace Ademán Valdearanda Crianza, elaborado con uvas procedentes de dos viñedos en vaso de 55 y 60 años del pago de Valdearanda, con una fermentación lenta y cuidadosa y una crianza de 12 meses en barrica de roble francés. Un vino que combina la potencia del terruño de Toro con una elegancia serena y moderna.
A la vista muestra un rojo guinda con matices violáceos; en nariz se despliegan fruta madura, toques de cacao, especias y notas tostadas. En boca es amplio, sedoso y persistente, con una acidez equilibrada y un final largo y goloso.
Perfecto para acompañar carnes a la brasa, lechazo asado o quesos curados, es un vino que invita a conversar, a compartir y a detener el tiempo. Un vino con carácter, como quienes lo eligen: adultos que valoran la historia detrás de cada botella y que disfrutan de lo esencial, sin artificios.
Porque Ademán Valdearanda Crianza no busca conquistar a los más jóvenes, sino a los que han aprendido a saborear cada etapa. El vino de una generación que sabe exactamente lo que le gusta.
Particular Garnacha, de Bodegas San Valero
Hay vinos que no nacen de la casualidad, sino de una herencia compartida. Hace más de siete décadas, en Cariñena, un grupo de hombres y mujeres decidió unir su destino en torno a la vid. Soñaban con transformar las piedras de su tierra en cosechas, el esfuerzo en vino, el trabajo en futuro. De ese espíritu colectivo nació Bodegas San Valero, hoy referente indiscutible de la D.O. Cariñena y ejemplo de cómo la tradición puede seguir creciendo generación tras generación.
Hoy, esa misma pasión se renueva con una nueva mirada. Una generación que ha heredado el respeto por la tierra, pero también la curiosidad por experimentar, por reinterpretar la historia con un lenguaje propio. De ese diálogo entre pasado y presente nace Particular Garnacha, un vino joven, sincero y lleno de carácter, pensado para quienes disfrutan sin etiquetas, con naturalidad y autenticidad.
La línea Bodega Particular representa el alma más personal de San Valero: vinos de autor elaborados a mano, inspirados en los antiguos grafismos con los que los viticultores diferenciaban cada añada. Un homenaje a la sencillez, a la paciencia y al saber hacer de siempre.
Particular Garnacha se elabora con uvas seleccionadas y una fermentación lenta de más de 25 días en depósitos de acero inoxidable, con remontados diarios que intensifican sus aromas. A la vista muestra un color rojo cereza intenso con tonos violáceos; en nariz, una explosión de fruta roja madura y suaves notas florales. En boca es sabroso, redondo y equilibrado, con taninos sedosos y un final largo y aterciopelado.
Ideal con pescados azules, carnes blancas o embutidos a la parrilla, este vino encarna la frescura de quienes entienden el vino como una forma de disfrutar la vida.
Porque Particular Garnacha es mucho más que una copa de vino: es la voz de una generación que mira al futuro sin olvidar sus raíces.
Gran Reserva 904 2016, de La Rioja Alta, S.A.
La paciencia también tiene su generación. Aquella que aprendió a disfrutar de los silencios, de la sobremesa larga y de los vinos que se abren despacio. Para ellos, el Gran Reserva 904 2016, de La Rioja Alta, S.A., es mucho más que un clásico: es la celebración del tiempo convertido en arte.
Desde 1890, en el emblemático Barrio de la Estación de Haro, La Rioja Alta, S.A. ha sabido mantener el equilibrio entre la tradición más pura y la innovación más cuidada. Con una segunda sede en Labastida, donde elabora únicamente uva propia con tecnología de vanguardia, la bodega sigue siendo un referente de elegancia y constancia.
El roble es el alma de su historia. Con más de 30.000 barricas fabricadas artesanalmente en su propia tonelería, la madera americana se seca al aire libre durante dos años antes de convertirse en refugio del vino. Cada seis meses, los vinos se trasegan a la luz de la vela, un gesto casi ceremonial que permite seguir de cerca su evolución y limpiar de forma natural cada barrica.
El resultado en esta añada 2016 es una obra maestra de equilibrio y finura. Elaborado con 90% Tempranillo y 10% Graciano, envejece cuatro años en roble americano y otros tantos en botella. Presenta un color rubí con ribetes teja, aromas de fruta confitada, tabaco, vainilla y café, y una boca redonda, fresca y sedosa, con taninos dulces y un final largo y envolvente.
Perfecto con carnes, pescados suaves o postres de chocolate, el Gran Reserva 904 2016 está hecho para quienes disfrutan sin urgencia, para los que saben que cada minuto de espera merece la pena.
Porque este vino no sigue modas: las trasciende. Es el compañero natural de una generación que entiende que la elegancia, como el buen vino, mejora con el tiempo.
Castillo Ygay 2012, de Marqués de Murrieta
La experiencia no se improvisa, se hereda y se perfecciona con el tiempo. Así lo demuestra Castillo Ygay 2012, el gran icono de Marqués de Murrieta, un vino pensado para quienes entienden que la elegancia se cultiva y la grandeza se construye a lo largo de generaciones. Un vino para quienes ven en cada copa la continuidad de una historia.
La historia de Marqués de Murrieta es, en realidad, la historia del Rioja. En 1852, Don Luciano Murrieta elaboró el primer vino de la región aplicando las técnicas aprendidas en Burdeos, convencido de que los vinos de calidad y buen envejecimiento podrían llegar más allá de nuestras fronteras. Aquella visión pionera convirtió su bodega en el origen de todo y su nombre en sinónimo de prestigio.
Hoy, bajo la dirección de la familia Cebrián-Sagarriga, el legado se mantiene vivo en el Castillo de Ygay, un espacio donde los materiales nobles y la tecnología más avanzada conviven con respeto y armonía. Declarado museo en 2019, este edificio histórico, junto a la nueva bodega inaugurada en 2021, representa la fusión perfecta entre pasado y futuro, entre el valor de la herencia y la mirada hacia lo que vendrá.
El Castillo Ygay 2012 nace en el pago de La Plana, 40 hectáreas de viñedo plantadas en 1950 sobre suelos arcillo-calcáreos a 485 metros de altitud. Su coupage combina 81% Tempranillo y 19% Mazuelo, con una crianza de 34 meses en roble americano y francés, seguida de un reposo de 20 meses en hormigón. El resultado es un vino profundo, refinado y eterno: aromas de frutas negras, trufa y café; textura sedosa; frescura inquebrantable; taninos finos y un final que parece no acabar nunca.
Un vino reservado para los momentos que merecen recordarse, ideal con carnes nobles, trufa o platos de alta cocina.
Castillo Ygay 2012 es la expresión madura de una generación que aprendió que el tiempo no se mide en años, sino en botellas que perduran.






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