Las cocottes de STAUB, para toda la vida
- Julián Acebes
- 4 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 ago

En una cocina donde lo efímero suele marcar tendencia, hay piezas que trascienden modas, generaciones y fronteras. Las cocottes de STAUB son una de esas joyas. Son verdaderos símbolos del arte culinario francés, conocidos por su elegancia, durabilidad y, sobre todo, por transformar cada receta en una experiencia sensorial. STAUB no fabrica ollas, crea compañeras de vida. Y ese legado comienza, como casi todo lo grande en la gastronomía, con fuego, paciencia y buen gusto.
Fundada en Alsacia, una región profundamente ligada a la gastronomía, STAUB nació con una vocación clara: dignificar la cocina tradicional a fuego lento. Desde 2008, forma parte del prestigioso grupo alemán ZWILLING J.A. Henckels, una alianza que ha reforzado su presencia internacional sin alterar ni un ápice la esencia artesanal y francesa que la caracteriza. Y eso se nota. Cada cocotte está hecha a mano con un meticuloso proceso que involucra al menos 25 pares de manos y más de 100 operaciones. Es un ballet de precisión y pasión que convierte cada pieza en un ejemplar único.
La materia prima es hierro fundido de alta calidad, una aleación venerada desde hace milenios por su incomparable capacidad para retener y distribuir el calor de forma uniforme. A esto se suma el característico esmaltado negro mate del interior, ideal para dorar y sellar los alimentos sin que pierdan jugos ni sabor. El resultado es una cocción uniforme, controlada, que conserva nutrientes y realza los matices de cada ingrediente.
Hablar de las cocottes de STAUB es hablar del slow cooking, la cocina a fuego lento que ensalza lo natural, lo casero y lo auténtico. En un mundo acelerado, estas piezas nos invitan a desacelerar. Un boeuf bourguignon que se cuece durante horas, una pierna de cordero con hierbas de la huerta, un pan integral horneado en casa: cada plato preparado en una cocotte STAUB es una oda al tiempo, al cariño y al sabor.
Su diseño no es solo estético: la tapa hermética, con sus "picots" interiores, permite una autorregulación de la humedad, devolviendo el vapor condensado de manera uniforme sobre los alimentos. La carne queda tierna, las verduras jugosas y los guisos, gloriosamente aromáticos. Además, el hierro fundido conserva el frío igual de bien que el calor, por lo que también puede utilizarse para postres fríos, ensaladas y preparaciones que requieran mantenerse frescas en la mesa.
Una de las grandes ventajas del hierro fundido esmaltado es su resistencia. Estas cocottes no solo son aptas para todo tipo de cocinas, incluida la inducción, sino que están preparadas para acompañarnos durante décadas. No es raro encontrar en Francia cocottes STAUB heredadas de abuelas a nietas, todavía relucientes y funcionando como el primer día. Su esmaltado exterior, gracias a un proceso llamado mayólica, se compone de tres capas aplicadas y cocidas a 800 °C, lo que les da ese brillo profundo y colores tan característicos: cereza, salvia, albahaca, azul oscuro o blanco trufa, por citar solo algunos.
Cada color no solo embellece la cocina, sino que convierte la cocotte en una pieza de servicio perfecta para llevar directamente a la mesa. Porque sí, con STAUB también se come con los ojos.
El proceso de fabricación en la fábrica de Merville es, sencillamente, fascinante. Personas como Bernard, encargado de la fundición, o Jean-Yves, que aplica con precisión el esmalte interior negro mate, son parte esencial del alma de STAUB. Cada molde de arena se utiliza solo una vez, garantizando así que cada cocotte sea única. Benjamin limpia y da forma con precisión milimétrica, mientras que Lydie, al final de la cadena, se asegura de que cada detalle cumpla con los más altos estándares de calidad.
Es este respeto por la tradición y el trabajo manual lo que hace de STAUB una marca que enamora a chefs profesionales y aficionados exigentes por igual. No es casualidad que chefs de renombre hayan confiado en estas cocottes para sus creaciones más icónicas.
En la actualidad, STAUB ofrece cocottes en una amplia variedad de tamaños, formas y colores. Desde pequeñas piezas de 10 cm ideales para porciones individuales o presentaciones creativas, hasta generosas ollas de gran capacidad pensadas para banquetes familiares. La versatilidad de sus modelos permite no solo guisar, sino también hornear, sofreír, estofar o incluso hacer pan.
Quienes eligen una cocotte STAUB no solo adquieren un utensilio de cocina, sino una pieza de patrimonio culinario. Es una inversión en sabor, en salud y en belleza. Una herramienta de cocina que no solo inspira a cocinar mejor, sino que se convierte en parte de la historia familiar. Porque como bien dicen desde la marca: lo que se cocina en una cocotte STAUB sabe a hogar. Y ese, sin duda, es un sabor que merece la pena preservar toda la vida.






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